Perfiles Psicológicos en la Intervención con Suicidas

Para comprender y abordar correctamente el fenómeno de la conducta suicida, el asesor psicológico debería poder  determinar la etiología, el origen de esa conducta.

Perfiles Psicológicos en la Intervención con Suicidas
Perfiles Psicológicos en la Intervención con Suicidas

El acto suicida es una expresión en algunos casos de una patología,  un síntoma de una enfermedad y no permitiría ser analizado más allá de eso.

En cambio, la conducta suicida puede ser tomada como una extorsión, donde el interés y la negociación están puestos en la propia vida a cambio de otra cosa.

Si bien es cierto que  la depresión o la esquizofrenia o la personalidad borderline suelen tener una alta tasa de actos suicidas, las personas sin enfermedad psiquiátrica o trastornos de la personalidad, también se pueden suicidar…

Comencemos por lo que en los manuales de negociación de Crisis se denomina las “Personas en crisis”.

Si consideramos que las personas nos podemos clasificar entre normales y locos, seguramente todos los que estamos aquí nos agruparíamos en el rubro de personas normales.

¿Por qué esa seguridad? Por oposición a lo que consideramos que es un loco o por lo que intuitivamente consideramos ser como todo el mundo?

Solemos tener conciencia de enfermedad, de que algo no anda bien en nosotros, lo cual nos produce angustia y ansiedad, y ese sufrimiento mas la incapacidad de resolver los problemas ,nos puede llevar a pensar en el suicidio como la única opción de salir de esa situación.

Ahora la pregunta es, ¿las personas normales se suicidan o el suicida es un demente?

Cualquiera de nosotros potencialmente podría tener idead suicidas en tiempo y circunstancias especificas y  llegar incluso a consumarlo. De la misma forma que en tiempo y circunstancia  podríamos matar)

La personas normales en circunstancias extremas podemos perder la capacidad para resolver un conflicto y acumular problemas hasta un punto donde la salida únicamente es desaparecer, casi como una fuga, mediante un proceso meditado, y que se va reafirmando con el paso del tiempo, en especial si no lo comparte con otros y se va encerrando en sí mismo.

El suicidio o trastorno de la conducta suicida, es un proceso que conlleva varias fases, desde la acumulación de problemas, la incapacidad de resolverlos, la ideación suicida, la planificación y la crisis que lleva a la tentativa de suicidio.

Este proceso puede aparecer de forma insidiosa desde dos años previos al acto suicida.

Si evaluamos además las características personales de vulnerabilidad y pertenencia a los grupos de riesgo, la potencialidad del acto, aumenta.

Otra de las preguntas que nos hacemos en si existe la posibilidad de convencer a un suicida de que deponga su actitud cuando ya lo ha decidido o bien si su mente esta tan perturbada como para hacerlo reflexionar.

No existe una respuesta definitiva, certera, pero vale la pena el intento.

Si la persona no presenta un estado de obnubilación de conciencia tal que le sea imposible comunicarse, tenemos mayor posibilidad de lograr ese objetivo.

En primer lugar, tenemos que eliminar de nuestros pensamientos el prejuicio de que está todo perdido. Si estamos convencidos de no poder lo, no lo vamos a ayudar.

Debemos infundir seguridad y confianza, ser asertivos y comprensivos.

El temor se trasmite. La ansiedad también

El temor de que el suicida ejecute el acto frente a nosotros es de gran ansiedad, pero hay que enfrentarlo con confianza.

Tendremos que ver al otro como a un igual, como a una persona como nosotros en una situación límite. Con nuestros deseos y frustraciones, con nuestros miedos y nuestras contradicciones.

El ser para otro, estar allí para escucharlo, lograr el contacto emocional mediante la sola presencia es un gran paso.

Mantener el contacto visual y sostener desde la mirada. Evitar darle la espalda.

Nos presentamos y vamos  preguntarle el nombre que lo identifica.

Mediante preguntas abiertas, nos vamos a enfocar el lo que esa persona nos cuenta. Si nuestros pensamientos, temores o inseguridades nos dominan, no podremos prestar escucha activa al otro. Hay que entrar en sintonía con esa persona, pero sin perdernos en el.

No se trata de convencer, discutir si los motivos son importantes o no, ni de venderles las bondades de la vida.

Las respuestas, el ancla están en esa misma persona ya que posiblemente ella no quiera morir, sino que quiere dejar de vivir así, y no sabe cómo.

La autora del articulo María de Lujan Echevarría es Licenciada en Psicología (UBA). Docente de la Diplomatura en Suicidologia en Universidad de Flores, CABA y asesora en Crisis del Equipo de negociación en Incidentes Críticos del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) de la Policía Federal Argentina.