Se han iniciado juicios en EE.UU. contra las fábricas de armas, por diversos motivos, lo que promete convertirse en una nueva ola de demandas al estilo de las que se promovieron exitosamente en ese país, llevadas a cabo por los mismos abogados que las siguieron contra las tabacaleras, que ahora deberán abonar en concepto de indemnización a los Estados, cifras multimillonarias.
Se arguye contra los fabricantes de armas, desde haber inundado el mercado con armas en exceso, que en una gran proporción terminan en manos de los delincuentes, como el excesivo gasto que tienen los municipios en concepto de vigilancia.
Por supuesto, que no es cierto ni una cosa, ni la otra. Los delincuentes adquieren sus armas clandestinamente, para realizar sus trabajos, no necesitan comprarlas legalmente y mucho menos registrarlas.
En cuanto al costo que representa la vigilancia para dotar de seguridad a los habitantes, no es mucho mayor que el que representa el gasto de prisión y tratamiento de los delincuentes.
Hacen punta Chicago y Nueva Orleans, presumiéndose que a corto plazo le seguirán Los Ángeles y San Francisco, entre otros.
Es obvio y harto conocido que la industria del juicio en el gran país del norte, mueve estrepitantes divisas, pero cabe señalar, que en este caso de triunfar las acciones, sentarán un mal precedente, cuya aberración jurídica servirá para promover en el futuro demandas de todo tipo en igual sentido, aunque no tengan el fundamento real con que contaron contra el tabaco.
Las estadísticas marcan que es un tanto desproporcionada la relación existente entre los accidentes de tránsito ocasionados con automotores, por un lado, y los producidos con armas de fuego, por el otro, siendo estos últimos ínfimos, en el grado de relación con los primeros.
Así por ejemplo, si se han iniciado juicios contra las fábricas de armas, porqué no pensar entonces, en demandas monstruosas contra las fábricas automotrices, por los innumerables accidentes de tránsito, que se producen con los automóviles, culpándolas por la excesiva producción en serie, y que son la causa de muerte de más de 12.000 personas por año en la Argentina. Claro que no se puede comparar con Norteamérica, ya que proporcionalmente, aquí hoy es peor.
Argumentos mejores que los que se levantan contra la tenencia y el uso legal de las armas, exigiendo una mayor aplicación tecnológica a las mismas, no faltarían, porque es mucho más fácil requerir la implementación inmediata de tecnología inteligente en los vehículos, que redundara en un mayor control, con menor costo que el que actualmente ocupa a las municipalidades para evitar el incremento de los siniestros, y que los hiciera disminuir sensiblemente.
El mundo está globalizado, y por ello, esto nos preocupa, hoy sucede en el norte y mañana podría ocurrir en el sur.
No podemos asistir atónitos y hacernos los escurridizos ante semejantes hechos, que constituyen parte de una campaña mundial en contra del sector legal de las armas, y que sin dudas está financiada por quienes so-pretexto de liberar a la sociedad de la violencia esconden el verdadero propósito de colocarla en un estado tal de indefensión, que les permita someterla a sus oscuros designios, con el argumento de que se la protege, cuando en la realidad se la deja a expensas de los delincuentes, porque está comprobado que la seguridad pública no alcanza.
A nadie se le escapa que son sumamente tentadores los montos que se barajan en estos pleitos, y las necesidades económicas de los Estados, algunos con situaciones apremiantes, incentivan y estimulan la creatividad ociosa de algunos funcionarios, no importa si la misma es positiva o negativa, pero es de esperar que la Justicia se imponga, y rechace tan absurdas pretensiones, que no van a eliminar matemáticamente a la violencia de la sociedad, sino que todo lo contrario, permitirán el incremento de ella, en forma geométrica.
Hasta la próxima, los saluda con afecto.
EL DIRECTOR.
*Fuente: Diario Legítima Defensa, edición nro. 6, página 2. Impreso en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en Enero de 1999.