Noticia de último momento:
«No prosperarían los Juicios contra las Fabricas de Armas En EE.UU.»
Un balazo puede costarle caro a su plan medico.
¿Un problema de medicina social?
«Los disparos de bala pueden ser dañinos a la salud«. Los juicios en que algunas ciudades en los Estados Unidos han emprendido contra fabricantes de armas son una de tantas escaramuzas provocados por un «movimiento anti-armas» en ese país. Se fundamentan en hacer responsable a Smith & Wesson, Ruger y demás por el alto costo a los servicios médicos y seguridad social provocado por los heridos de bala. Quizás uno de los mas frívolos (y al cierre de esta nota los litigantes han tenido su primer revés: el Estado de Georgia por resolución de su Senado ha bloqueado los litigios protegiendo los comerciantes de armas).
La batalla continuará. La «National Rifle Association« – Asociación Nacional del Rifle- asociación civil con cuatro millones de asociados es uno de los combatientes mas visibles pero de ninguna manera el único – se estima que habría unas setenta millones de armas en manos de ciudadanos honestos, aunque al no haber registro alguno no hay manera de conocer siquiera una aproximación (recordemos que tienen unos 260 millones de habitantes, y los cincuenta Estados que conforman la Unión gozan de una autonomía considerable). En cada elección los candidatos son requeridos a definir su posición y el tema es muy politizado. No obstante, toca a los ideales mismos de muchos ciudadanos, y de como perciben su país.
Es más, la tenencia de armas es un derecho garantizado por su Constitución en su Segunda Enmienda «el derecho de los ciudadanos (el pueblo) a guardar y portar armas no será violado« – se ha debatido que esto es aplicable tan solo al pueblo en conjunto, o al ejercito, pero en todas las instancias que se ha llevado a la corte Suprema se ha concluido que efectivamente se refiere al ciudadano individual.
Lo de «enmienda» que nos puede parecer algo como un «remiendo» o apéndice de ultimo momento de esta Carta Magna no nos debe confundir: fueron diez artículos agregados a la propuesta original. En la declaración de independencia de 1776 los Estados firmantes se declaran en una «unión» (con minúscula) – una confederación bastante poco vinculante de estados independientes.
Pasaron diez años de debate pues se intentaba inventar una forma de gobierno sin precedentes… pero ya algunas rebeliones internas obligaban a formalizar la Unión, con una Constitución como autoridad suprema, aprobada por delegados de los trece estados fundadores. Uno por uno, cada Estado debió ratificar la propuesta. Se desató una polémica entre «Federalistas» y «Anti-federalistas»; la cuestión de cuanto poder debe y puede tener el gobierno central (que aún continúa!). En 1787 se llegó a un acuerdo, en principio federal pero con algunas garantías individuales. Estas no fueron suficientes para muchos Estados, y finalmente se propusieron doce (y aprobaron diez) artículos adicionales en 1791. Se han agregado mas desde entonces, pero estos diez tienen significado especial – son «derechos pre-existentes» a la ley, y la Constitución las incluye reconociéndolas como tales.
Debe tenerse en cuenta el tiempo histórico en que se desarrollaron estos acontecimientos. Europa se regia por monarquías, soberanos y alianzas entre reyes cuyo poder era limitado tan solo por sus nobles, ministros (y frecuentemente cónyuges y/o amantes)… y el poder de convocatoria militar que tenían sobre sus súbditos. Ya había vientos de discordia. Asuntos religiosos tenían una importancia que para la mayoría de nosotros (salvo que nos encontremos en el Oriente Medio, o Irlanda del Norte por ejemplo) es difícil de comprender. El Rey tenia poder Divino y aunque no pocas veces se lo destituía o directamente decapitaba, esto no era sin grandes remordimientos y temores al castigo eterno. Ya en Inglaterra la lucha de poder entre soberano y su parlamento tenia cierta antigüedad. En 1215 el Rey Juan fue obligado por sus Barones a acordar limites a su poder. En 1688 (por razones de la lucha entre Católicos y Protestantes) el Rey Guillermo y Reina Maria de Orange debieron ceder otro tanto.
De todas formas, al igual que sucedía en nuestro continente bajo los monarcas españoles y portugueses, el soberano era precisamente eso. El ejercicio del poder por el Rey podía ser absoluto, frecuentemente arbitrario y casi siempre a favor de intereses estrechos de su entorno. La idea de que no tenia necesariamente ser así fue recién emergente y por lo general suscrito a círculos intelectuales hasta que los colonos de Inglaterra en América comenzaron a rebelarse, a mediados del 1700. Al principio por cuestiones impositivas.
Curiosamente, de los dos millones seiscientos mil colonos solo poco mas de la mitad eran ingleses. El quince por ciento eran escoceses e irlandeses (sus orígenes en tensión con Inglaterra) casi otro tanto eran alemanes, holandeses y suizos; el resto ‘varios’ y 540 mil negros (el 20%, casi todos esclavos).
Muchos – incluyendo a ingleses – eran desde ya inmigrantes rebeldes, ellos o sus antepasados inmediatos en el Nuevo Mundo, por disconformidad o conflictos en el Viejo. Agréguese la diversidad cultural, el hervidero de ideas que habrá surgido de ello y sumando el factor de que las colonias formaban comunidades en general autarquicas, acostumbradas a gobernarse ellas mismas en lo cotidiano con poca comunicación entre si y mucho menos con Inglaterra: Se tendría la receta para un caldo de cultivo para las nuevas ideas republicanas.
En esta rebelión contra la autoridad central del monarca quedo sentado el antecedente de limitar todo poder central. Las campañas militares de la guerra por la independencia no harían mas que reforzar este concepto – con su corolario, de que la tenencia de armas por el pueblo es el recurso de ultima instancia ante la tiranía. En realidad hubo muchos factores que favorecieron a Washington pero el que permaneció como emblema del espíritu de la independencia del pueblo fue el ‘miliciano norteamericano’ armado con su rifle Kentuchy de gran alcance (desarrollado en Pennsylvania por armeros de origen alemán y suizo que trajeron la tradición centro-europea del maquinado de precisión y el cañón estriado).
No sorprende entonces que la inviolabilidad del derecho a las armas aparezca en la segunda enmienda (después de la primera que garantiza la libertad de expresión y culto). En años siguientes continuo su papel protagónico. Las colonias originales no permanecerían confinados en la costa Atlántica. La expansión hacia el oeste, primero a las planicies y finalmente al Pacifico fue una odisea de individuos, familias y comunidades con un espíritu descomunal de aventura – algunos obligados, otros por codicia pero en general una gran disposición a levantar raíces y enfrentar nuevos desafíos.
Nuevamente se armaron comunidades dispuestos a rechazar el poder central -ahora del Congreso cuando antes fue del Monarca. Primero Territorios que luego serian Estados retuvieron la misma tradición.
La contradicción del igualitarismo en su constitución (e implícito en la segunda enmienda) y los «otros» habitantes – la enorme cantidad de esclavos negros – derivaría en la Guerra de Secesión (1861 a 1865) que fue en términos de armas «la primera guerra moderna«. Vale acotar al margen que la tenencia de armas por parte de la población (blanca) no influyó en las causas ni el equilibrio del enfrentamiento – es mas, las tropas tanto de la Unión como la Confederación tuvieron que adquirir específicamente arsenales y en esto se vio favorecido la Unión por el poder industrial del Norte contra la agrícola del Sur… y siquiera cuando el presidente Lincoln fue asesinado por un maniático con una Deringer, se consideró afectado este derecho.
El «oeste salvaje» en realidad no lo fue tanto fuera de las pantallas de Hollywood – no más de lo que se esperaría en un movimiento masivo y muy numeroso hacia tierras nuevas – chocando naturalmente con sus habitantes originales. Justamente en desigualdad de armas, los nativos (indios) fueron reducidos, salvo en casos esporádicos donde dieron batalla en condiciones mas o menos parejas (otra demostración de la necesidad de las armas ante las imposiciones ajenas). De todas maneras, el grueso de esta «conquista» fue tarea del ejercito. Los colonos fueron los verdaderos conquistadores de la «apertura del oeste», fundando pueblos y llevando sus instituciones y leyes; sus armas a lo sumo garantizaban su funcionamiento sin interferencias indeseadas.
En realidad se pasaron por épocas mas violentas desde entonces – la creciente industrialización y urbanización uno de los factores principales, con la migración del grueso de la población hacia las fábricas y la consiguiente estratificación social. Al mismo tiempo los Estados Unidos fueron siempre para muchos la «tierra prometida«: no ha tenido guerras en su territorio, el nivel de ingresos mas bajo es mucho mas alto que en algunos lugares del mundo – un mundo de gente, a la vez, dislocada por dos contiendas mundiales y un sin fin de enfrentamientos menores. Su política de migraciones ha sido relativamente amplia, e ingresaron al país olas de inmigrantes de orígenes mas heterogéneos – y siempre en trasfondo, el problema racial (que como se vio, fue anterior a la independencia, pero aun no superado).
Abundan las oportunidades para roces antagónicos. Con frecuencia derivan en violencia y muchas veces con armas. Al mismo tiempo la tecnología de las comunicaciones (y no pocas veces, del entretenimiento) lleva esto con mas estridencia a la atención de cada uno. No sin razón, muchos se espantan. El fenómeno se alimenta a si mismo, a la vez que la vida cotidiana exige un ritmo más apurado con menos tiempo para la reflexión y más urgencia para la noticia o el pasatiempos mas rápido e impactante. El propio estilo pragmático de estos descendientes de pioneros los lleva rápido a la búsqueda de las causas pues al encontrar la causa, se podrá erradicar y el problema desaparece. Casi como una revancha del viejo continente, la respuesta rápida, facilista, ha venido de allí – anular la segunda enmienda, erradicarlas armas y desaparecería la violencia.
A pesar de compartir con las antiguas monarquías europeas cierto recelo a la tenencia de armas por «comunes» (fuera de la aristocracia) Gran Bretaña tuvo una política bastante liberal hacia las armas hasta 1920. Entonces, por temor a la subversión, anarquía y el incipiente movimiento bolchevique, se implemento un control estricto. El sistema parlamentario permite que esto no necesariamente llegue a la atención del pueblo. Este control fue progresivamente ajustado hasta que dos incidentes con asesinos en masa (en 1987 y 1997) llevaron a una prohibición casi completa. No obstante, no disminuyeron los hechos de violencia con armas – aumentaron. Igual, con tozudés inusitada, quedo la ecuación armas y violencia grabada en la conciencia general. Por esta época el hastió con el gobierno Conservador y sus restricciones monetarias de Margaret Thatcher llevaron a su reemplazo por el Laborismo de Tony Blair. El paquete electoral que restituiría beneficios sociales (e integración al sistema europeo) incluía esta campaña contra las armas. Se aprueba con mayoria del Parlamento y se implementa a gran costo – en campañas publicitarias y en compensación por confiscaciones obligatorias (más de mil millones de dólares).
El gobierno demócrata de Clinton se encuentra en una situación muy similar, salvo que no cuenta con una mayoría en el congreso. No obstante, se halla en una situación privilegiada ( entre otras razones, al desmoronarse el bloque soviético se libraron fondos enormes de defensa) para poder otorgar beneficios sociales. También intenta envolver el tema armas en el paquete: Por ello, este planteo reciente viene atado al tema de salud, y no al de seguridad – ésta a la vez no le resultaría, pues otras medidas (como de «tolerancia cero» y penas muy severas para el delito armado, y portación de armas en muchos casos) han resultado en una disminución sin precedentes en las estadísticas de delito.
El promedio de homicidios en los EE.UU. fue en años anteriores (y por largo tiempo) cerca de ocho veces la cifra por unidad de población que la de Gran Bretaña (de por si una de las mas bajas hasta ahora). Actualmente es alrededor de cuatro.
Seria irónico que los ciudadanos de los Estados Unidos fueran privados de sus derechos de legitima defensa por «razones de salud» mientras sus primos Británicos (que no tienen tal derecho) debatan su problema de violencia y los gastos consiguientes de medicina social (en la cual podrían haber invertido los mil millones de dólares estimados, que ha sido el costo de las compensaciones por confiscación de armas desde la ley de 1997).
- El autor de la presente nota, Pedro J. Knight – es Instructor de Tiro categoria B, RENAR – y usted puede escribirle y consultarlo a: Rio Santa Rosa – Calamuchita – Córdoba – Argentina, o a su e-mail: peterkt@calamuchitanet.com.ar -P.O. Box 40 – 5194 Villa Gral. Belgrano – Córdoba – Argentina.
Fuente: Pedro J. Knight, Diario Legitima Defensa, edición nº7, página 1. Impreso en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en Febrero de 1999.
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