Suelen ser los hechos más normales y cotidianos los que luego acaban trastornándonos. Conocemos muy bien esa sensación inquietante: parece que todo está en orden pero hay algo sospechoso. Nos preguntamos si será la verja abierta del vecino cuando sabemos que se ha marchado de vacaciones, o el señor que se ofreció a cuidar del perro cuando no tenemos perro, o si sería acaso ese técnico de la compañía telefónica que vino a reparar una línea supuestamente defectuosa en la oficina cuando no habíamos advertido ningún problema.
Naturalmente, cuando la gente hace cosas inesperadas o busca demasiados detalles minuciosos en las respuestas nos preguntamos por qué. Sabemos que hay gente capaz de hacer cualquier cosa por obtener información ya sea con intenciones criminales o con idea de beneficiarse o beneficiar a sus clientes. Las alturas a las que puede llegar esta gente dependen del valor o de la vulnerabilidad del objeto de sus pesquisas: es decir, ¡dependen de Usted! Podemos estar seguros de que cuando los individuos y las organizaciones, comerciales o políticas, experimentan una expansión repentina o desarrollan rápidamente, aumentan dichas actividades sospechosas. El hecho de que haya individuos que son el objeto de esas actividades está claramente ilustrado por el desmesurado interés que tiene la prensa por ciertos políticos, artistas, cantantes y magnates empresariales. En el Reino Unido, la difusión de información sobre las llamadas telefónicas personales de la familia real es sólo un pequeño ejemplo de cómo se puede violar la privacidad de las personas para satisfacer la curiosidad pública. Y hace poco aparecieron artículos en la prensa nacional en Argentina señalando el uso de similares técnicas de intervención telefónica.
Nuestra experiencia nos indica que una empresa es más susceptible a intervención telefónica cuando:
- Dimite uno de sus ejecutivos principales
- Se discute la expansión de la empresa o los planes de racionalización
- Se desarrollan nuevos productos, nuevos precios o planes de marketing
- Se planean adquisiciones o fusiones
- Se trabaja en una industria que requiere especial protección de su información
- Los ejecutivos o clientes más importantes reciben la atención de la prensa
La invasión de privacidad en una organización puede ser más sutil que cuando se trata de un individuo, y puede ser efectuada durante un periodo más largo.
Un artículo aparecido en un diario londinense en 1990 alegó que una agencia de detectives se infiltró en las oficinas de una empresa administradora de estacionamientos de carros y pudo permanecer allí nada menos que siete años, transmitiendo información sumamente confidencial a su competidor principal. Se descubrió que el infiltrado no era sino el asistente personal del Presidente de la empresa, que tenía libre acceso a los planes más confidenciales de aquella empresa.
El artículo es uno de cientos parecidos que hemos visto en los últimos diez años.
Otros reportan sobre el uso de transmisores de radio ocultos debajo de mesas en salas de juntas y en residencias privadas, sobre detectives buscando pistas en las basuras en las casas de ejecutivos, y pinchazos telefónicos en líneas privadas y de empresas.
En los últimos años ha aumentado el enfoque en el sector público: la desregulación y la competición han dado lugar a técnicas de venta y marketing (legales e ilegales) muy agresivas para ganar contratos lucrativos (varios casos de este tipo han recibido gran atención en la prensa argentina). Al igual que en los años 80, cuando vimos un boom en espionaje debido a las actividades de adquisición y fusión empresariales, ahora estamos experimentando ese nivel de espionaje entorno al personal clave. Hay que reconocer que cualquier junta donde se traten las finanzas y otros temas delicados puede ser el objeto de algún sistema de espionaje.
En 1993, una revista europea de seguridad industrial realizó un sondeo acerca de diversas agencias de detectives, escogiéndolas al azar de la guía telefónica. El sondeo preguntó a cada agencia si estaría dispuesta a implantar un sistema de escucha en un local indefinido. Más del 75% respondieron que estarían dispuestas a aceptar ese tipo de trabajo y muchas de ellas ni siquiera preguntaron el motivo del trabajo.
Los servicios que ofrecen dichas agencias se hacen más sofisticados y mercenarios cada día para responder a la demanda de clientes cuyo interés por los datos de sus adversarios empresariales y políticos va en aumento. Aquél que prefiera realizar su propio espionaje puede recurrir a cualquiera de las numerosas empresas por todo el mundo que declaran poder suministrar los equipos de espionaje electrónico más actuales. Dichas empresas anuncian sus productos en las secciones clasificadas de la prensa nacional y en revistas empresariales, en Internet, y muchas tienen comercios en diversas ciudades que ofrecen “sistemas de detección de escucha”. El London Business School calcula que en el Reino Unido se venden más de 2000 dispositivos de detección de escucha cada semana. La disponibilidad a nivel mundial de estos dispositivos al público es ya un hecho tan difundido que deberíamos enfrentarnos al hecho de que ha llegado el día en que “las paredes sí tiene oídos”.
El sistema de escucha más sencillo se encuentra, de hecho, en cualquier oficina: nos referimos al teléfono. Un teléfono es, sencillamente, un micrófono conectado al extremo de un largo cable y puede ser utilizado como la base de muchos tipos de espionaje. Los tipos de espionaje fueron cuantificados por el Public Service Commission del Estado de Nueva York que, ya remontándonos a 1991, informó acerca de 42 posibles maneras de violar la privacidad a través del sistema telefónico.
Otros dispositivos que dan iguales resultados incluyen transmisores de radio que pueden estar ocultos en regalos ejecutivos, tal como en una pluma o calculadora. Incluso un monitor para escuchar bebés puede servir fácilmente para escuchar lo que sucede en la oficina adyacente.
Éstos sólo son unos pocos ejemplos de los cientos de sistemas electrónicos de espionaje pasivo y activo disponibles en el mercado hoy.
La parte difícil no consiste en persuadir al gerente de seguridad de la empresa de la amenaza que presentan estos sistemas de espionaje electrónico, sino en persuadir a los ejecutivos y otro personal importante que les conviene adoptar precauciones adicionales antes de y durante cada junta en que se traten temas confidenciales. Con demasiada frecuencia oímos a la gente preguntarse “¿y quién querría espiarme a mí?” o bien, “eso es cosa de películas policiacas que a mí no me afecta”. Sin embargo, esa despreocupación es precisamente lo que permite al espía beneficiarse.
El futuro de su organización, e incluso el suyo propio, depende de las decisiones que haga hoy sobre su seguridad. El primer paso cuando piense en las medidas de seguridad que necesita tomar es identificar la información que considera más vulnerable, dónde la tiene almacenada, a dónde la distribuye y quién podría estar interesado en robarla.
El siguiente paso para el gerente de seguridad es familiarizarse con las técnicas básicas de los sistemas de espionaje. Tendrá que aprender a reconocerlos por su aspecto y saber los lugares donde pueden estar ocultos, así como las acciones a tomar como contramedida.
Con un conocimiento básico es muy fácil implementar una serie de procedimientos que ofrecerán una protección inmediata y que dificultan considerablemente al espía la implantación de un dispositivo de espionaje electrónico. Algunas de las medidas pueden ser, por ejemplo, la circulación más restrictiva del papeleo confidencial, la elección más cautelosa de un lugar para las juntas, mayor cuidado al seleccionar nuevo personal, verificando sus credenciales, y un control de acceso más riguroso para los datos importantes.
Muchas organizaciones consideran el uso de una compañía externa para eliminar cualquier sistema que haya sido implantado en sus oficinas, o entrenan a un miembro de su propio personal para que lleve a cabo esta tarea. Ambos métodos tienen sus ventajas y, a veces, la mejor solución es combinar los dos.
Si no chequea sus oficinas a menudo para asegurarse de su propia seguridad, ahora es el momento de pensar en ello. Como venimos diciendo, en los últimos diez años ha aumentado sorprendentemente la disponibilidad de dispositivos de espionaje y como consiguiente, el número de personas y agencias que se aprovechan para beneficiarse al máximo implantándolos y vendiendo la información.
No caiga víctima del espía comercial y sea el último en enterarse.
Más vale prevenir que curar.
Estar prevenido es saberse más seguro.
* El autor, Derek Whitehead, de la nota es manager para Latinoamérica de Audiotel International Limited, empresa líder en el Reino Unido de equipos y sistemas electrónicos contra espionaje. Para mayor información, usted puede consultarlo en Inglaterra, por e-mail a : sales@audiotel-international.com o en su pagina web: www.audiotel-international.com.
Fuente: Derek Whitehead, Diario Legitima Defensa, edición numero 6, página 1. Impreso en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en Enero de 1999.