La soberbia es una forma de discapacidad que suele afectar a gobernantes, funcionarios, directivos de cualquier índole, pero afecta también a porteros, choferes de ómnibus, empleados públicos y todos aquellos infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder.
He aquí un consejo para no caer en la tentación de ejercer ese «gran poder» que adquirió: diríjase usted a una zona rural bien apartada y tranquila, elija el campo que más le guste, desnúdese y espere que anochezca.
Cruce entonces el alambrado con cuidado de no perder ninguno de los atributos del poder y camine hasta que sienta que está en la soledad más absoluta.
Una vez allí levante la cabeza al cielo y mire las estrellas, en ese instante, Ud., visto desde el espacio, debe ser algo así como un virus instalado sobre una pelota de futbol. Piense entonces que está parado sobre un minúsculo planeta que gira alrededor del sol y el sol es nada más que una estrella pequeña entre los millones de estrellas que Ud., está viendo y que forman nuestra galaxia.
Recuerde además que nuestra galaxia es una de las millones de ellas que desde hace millones de años giran a través del espacio.
Una vez que haya hecho esto: coloque los brazos en jarras sobre la cintura en actitud desafiante; o adopte cualquier otra forma que le parezca cabal como para expresar el inmenso poder que Ud., tiene e hinchando las venas del cuello; grite con toda su voz que sea capaz de juntar en ese momento:
¡Yo sé que soy alguien verdaderamente poderoso!
Luego espere a ver el resultado.
Si alguna de las estrellas parpadea o se mueve, no se haga demasiado problema:
¡Es D´os, que a veces no puede aguantar la risa…!
- Leído por uno de nuestros colaboradores en una copia mimeografiada pegada en una de las paredes del Hospital de Pediatria Juan Garrahan).
Fuente: contribución anónimo, Diario Legítima Defensa, página 8, edición Nº11, Junio 1999. Impreso en la Ciudad de Buenos Aires.